Lectura obligada vs lectura placentera: dos formas de encontrarse con los libros

La lectura es una de las actividades humanas más antiguas y enriquecedoras. A través de ella viajamos, aprendemos, sentimos y descubrimos mundos ajenos y propios. Sin embargo, no siempre leemos con la misma disposición: a veces lo hacemos por puro gusto, y otras, por compromiso u obligación. ¿Qué diferencia existe entre leer por placer y leer por deber? ¿Influye en cómo entendemos o disfrutamos un texto?

Leer por placer: un viaje personal

Leer por placer implica elegir lo que queremos leer, sin imposiciones. Es sumergirse en novelas, cuentos, poemas, ensayos o incluso artículos en redes sociales que despiertan nuestra curiosidad. Aquí, la motivación es interna: buscamos emociones, entretenimiento, compañía o conocimiento.

    Las ventajas de leer por placer son muchas:

  • Mayor comprensión y retención: al interesarnos genuinamente por el tema, prestamos más atención y recordamos mejor lo leído.

  • Reducción de estrés: la lectura placentera puede ser tan relajante como escuchar música o meditar.

  • Desarrollo del pensamiento crítico y la empatía: vivir otras vidas o realidades a través de la lectura nos hace más sensibles y reflexivos.

Leer por obligación: un compromiso con el aprendizaje

Por otro lado, leer por obligación es una experiencia común en contextos escolares, universitarios o laborales. Aquí, los textos suelen estar impuestos por programas de estudio o necesidades profesionales. Aunque muchas veces se asocia a algo tedioso, leer por obligación no es necesariamente negativo. Nos expone a obras o temáticas que quizá nunca elegiríamos por cuenta propia y amplía nuestro bagaje cultural y profesional.

    No obstante, puede tener ciertas desventajas:

  • Falta de motivación: si el tema no nos interesa, es más difícil mantener la concentración.

  • Lectura superficial: puede leerse solo para cumplir, sin reflexionar ni disfrutar.

  • Asociar la lectura con algo aburrido: sobre todo en etapas escolares, esto puede generar rechazo hacia los libros.

Encontrar un equilibrio

La clave está en equilibrar ambas formas de lectura. Leer por obligación nos disciplina y abre puertas intelectuales, mientras que leer por placer mantiene viva la chispa de la curiosidad y el amor por las letras. Incluso los textos obligatorios pueden disfrutarse más si buscamos conexiones con nuestros intereses o si adoptamos una actitud curiosa.

    Finalmente, lo más importante es reconocer que leer es un derecho, no solo un deber. Cuanto más descubramos lecturas que nos apasionen, más fácil será que incluso las lecturas obligatorias se vuelvan interesantes. Si quieres hacer de la lectura un hábito, aquí encontrarás algunos tips.

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